viernes, 26 de agosto de 2011

Un huevito pasado

La madre de mi marido tiene gallinas, y pollitos.  Cuando yo era pequeña una de las cosas que más asco me daban era ir al gallinero de la casa de mis abuelos a buscar huevos. Me repugna el olor y si puedo pasar las estancias en casa de la madre de mi marido sin acercarme al gallinero mejor. 

El mayor nos ha salido guapo pero cobardica, no le hacen mucha gracia los animales, se asusta un poco, luego se va animando y al final no les tiene miedo, pero de primeras mantiene las distancias. La niña en cambio es una camicace sin miedo a nada, y a los animales menos. 

En estas vacaciones han entrado al gallinero de vez en cuando, la niña más que el niño, pero en general los dos, y no sé si tanta excursión es la razón por la que todas las noches mis hijos han tenido de cena tortilla francesa y nosotros, los adultos, hemos tenido que escuchar todas las noches, -¿Os hago un huevito frito?. La mayoría de las noches decíamos que no queríamos o que nos íbamos a cenar fuera, pero alguno nos ha caído, a traición. Y cuando una noche después de que ya llevaran una semana con tortilla en el plato, que a veces se la comían y a veces no, me armé de paciencia y le dije:
- Por favor, mañana no les hagas tortilla francesa a los niños que les van a empezar a salir plumas.  Y me mira muy seria y me dice.
- Pues a mí el pediatra de mis hijos, (tiene cuatro) me dijo que desde los seis meses todas las noches un huevito pasado, y así lo hice y que yo sepa no les ha pasado nada.
-¿Todos los días desde los seis meses? pregunto, pensando en cómo han cambiado los pediatras (posible) o en si es mentira e intenta colármela, y para salir airosa de la conversación recurre a algo que hace muy a menudo en este tipo de situaciones, y le dice a mi marido: 
-¿No te acuerdas hijo, de cenar todas las noches un huevito pasado?

Y mi marido pone cara de ¿porqué me hacéis esto? y se pira.

Al día siguiente los niños no tuvieron tortilla francesa en el plato, pero nos tocó a los mayores, y esa noche venía a cenar mi cuñada, que a los postres me comentó: 
-Mira que estar de vacaciones, venir a cenar a casa de tu suegra y que te ponga unos huevos fritos...
-Mejor huevos fritos que un huevito pasado, créeme.

jueves, 25 de agosto de 2011

Regalo de cumpleaños conjunto



Mis hijos nacieron en agosto el mayor y en julio la pequeña, y este año la madre de mi marido, cuando llegamos a su casa para pasar las vacaciones de verano, tenía un enorme paquete, envuelto muy cuidadosamente, con un adorno precioso, encima de la cama de matrimonio.

-Este es el regalo para los niños por su cumpleaños (la niña ya había cumplido, al niño le faltaban tres semanas).


Pobres niños, sobre todo pobre niña, porque aún el mayor, al haber tenido dos cumpleaños sin hermana ha podido disfrutar de dos regalos individuales, pero la pobre niña, ha sido su primer cumpleaños y ya tiene que compartir el regalo de la madre de mi marido con su hermano.


No creáis que la cosa termina ahí, se ponen como locos a abrir el paquete y cuando terminan de quitar el papel, y el niño ve una funda de tela con rayas de colores y algo duro dentro pregunta -¿Qué es? ¿Qué es? y la madre de mi marido contesta:


-Una sombrilla, para cuando bajéis a la playa.


No penséis que no es un regalo pensado y muy pensado, sé a ciencia cierta que está decidido desde el año pasado.


Nosotros no hemos sido nunca de sombrilla, pero el verano pasado, cuando la niña tenía apenas unas semanas de vida, para bajar a la playa necesitábamos una, y buscamos en el cuarto de los trastos de la madre de mi marido y encontramos una, bastante grande, de esas de los años setenta, verde (ahora un poco descolorida) con flecos en blanco y la barra oxidada. Cuando se enteró que toda la playa nos veía bajo esa sombrilla nos animó a comprar una nueva, pero nosotros somos bastante prácticos, y si la sombrilla funciona correctamente (abre y cierra) y no tiene agujeros en la tela, por lo cual da una sombra perfecta, ¿para que vamos a comprar otra? además solo la necesitábamos para esos días, en cuanto los niños empiezan a andar no hay manera de que estén quietos debajo de una sombrilla.


Pues tan mal lo pasó el verano pasado la madre de mi marido, pensando que todo el pueblo nos veía bajo una sombrilla roñosa y vieja, que este año decidió regalar a sus nietos como regalo conjunto de cumpleaños una estupenda y nuevecita sombrilla.


Ni que decir tiene la ilusión que les hizo a los dos el regalo conjunto de cumpleaños, es más, el mayor que ya habla, me ha dicho que a ver si para el año que viene les cae una tumbona plegable.