Vuelta atrás

Cuando crees que mejor estás y que esta vez la estancia junto a la madre de tu marido va a ser coser y cantar, zas! te das el mamporro padre y retrocedes en el tiempo hasta sentirte como hace tres años, con la única diferencia que antes me hinchaba a llorar y ahora ni una lágrima.

Y como no puede ser de otra manera, cuando me siento tan mal no solo es con la madre de mi marido, es sobre todo con mi marido porque no me entiende, que es una frase como muy antigua pero real como la vida misma. 

Si yo no estoy en casa de la madre de mi marido, todo es paz y armonía. Mi marido no hace nada (bueno sí "ordenador") y la madre de mi marido se encarga de todo. Yo a esto no le pongo ni un pero, pienso que si yo no estoy, el que esté lo va a hacer fenomenal. Hasta aquí muy bien, pero si yo estoy en casa de la madre de mi marido, mi marido no hace nada (bueno sí "ordenador") y la madre de mi marido dice que si estoy yo, que lo haga yo que ella tiene muchas otras cosas que hacer. 

Concretando, llegamos a su casa el viernes a las 21.00, como hacía bueno dimos un paseo, fuimos a visitar a una tía que vive a cincuenta metros, subimos a casa, empezamos un partido de fútbol en la terraza los niños y yo y mi marido al ordenador. A las 22.30, que ya está bien, y después de un abultado resultado 17-12, termina el partido y me acerco dónde el ordenador a ver si bañamos a los niños, cenamos, bueno esas cosas que se hacen antes de ir a dormir. Reconozco que no iba de buen de rollo y a mí eso se me nota en la cara. Mi marido que me ve, dice que a los niños les bañe su madre y se lo dice, y ella dice que no, que tiene que hacer la cena que los bañe yo. Y nadie dice más nada. Mi marido vuelve al ordenador, la madre de mi marido a hacer la cena o sus cosas porque cuando terminé de bañarlos la cena no estaba hecha, y yo a bañar a los niños, ¿y mi marido no entiende que me enfade?

Pues no señoras, no lo entiende y encima me dice que baje mi perfil y que deje a su madre asumir su protagonismo. La única manera que esto ocurra es yéndome de esa casa, y la verdad hacerme 600 km para irme de compras, tomar cafés o ir al cine yo sola, pues para eso me quedo en mi casa y me ahorro el viaje. 

Como os podéis imaginar como esto fue nada más llegar, los cuatro días han sido finos, los cuchillos volaban del salón a la cocina y de la cocina al dormitorio y en ambos sentidos, pero eso os lo cuento otro día que hoy no estoy de humor.