En un par de semanas la madre
de mi marido nos honrará con su presencia durante unos días, creo que hasta
semana santa, pero no tengo certeza de la fecha de salida, así que hasta que
llegue para amenizarme la vida os dejo algunas de sus perlas:
1- Comida de Navidad, mi
cuñada, la hija de la madre de mi marido, cuenta tronchándose de risa, cómo su
madre lo guarda todo, hasta el punto de que cuando era pequeña llevó una caja
de bombones por su cumpleaños al colegio, para repartir entre las compañeras y
profesoras y estaban podridos, qué risa, ¿verdad?
2- En la cocina hay una cesta
de productos navideños que ha traído mi cuñado de los que le dan en la empresa,
llaman al telefonillo y es uno de los ahijados de la madre de mi marido, que
mientras rauda y veloz, se limpia las manos y se arregla el pelo me dice:
Llévate la cesta a otra habitación que ésta visita es pobre y no quiero que la
vean.
3- Decidió abrir unas
velux en la buhardilla, y no sé para qué, pero me pregunto por las que pusimos
nosotros en Madrid, claro, mucho más caras, las ventanas y la mano de obra. Y
aguanté más de media hora de chapa con la factura en la mano, la suya, para
demostrarme que no me engañaba con los precios. Puestas las ventanas, son de
las que no se abren del todo, solo un poquito, y le pregunto si las va a
cambiar por unas como las nuestras, más caras pero que se abren, y me dice que
las ventanas se las cambian pero que la mano de obra la tiene que pagar y total
como ya están puestas y bueno aunque no se pueda disfrutar de las vistas a la
ría.....me quedé tan a gusto con esa frase tan manida: No, si al final lo
barato sale caro.
Otro día, más.
La madre de mi marido y yo
martes, 26 de febrero de 2013
miércoles, 30 de enero de 2013
¿Os acordais de la escasez de biberones en Galicia? Pues ahora tenemos alerta en Europa, NO QUEDAN BOTAS DE NIEVE
La madre de mi marido está en
el extranjero, pasando allí tres meses, en casa de su hija, y en la misma
ciudad que vive su hijo pequeño. Está al norte de Europa y hace frío,
va todos los años, todos los años nieva, hasta este no año no había supuesto
ningún problema, se quedaba en casa y tan contenta, pero este año tienen que
hacerse cargo de unas reformas y movidas en un piso que se ha comprado mi
cuñada y tiene que salir, pide hablar conmigo por teléfono:
-¿Tú tenías unas botas de montaña para la nieve, verdad?
- Sí.
- Bueno, pues como este año ya no vais a ir a ninguna parte, ¿te importa mandármelas en un paquetito? es que no me he traído calzado apropiado para la nieve y como tengo que salir casi todos los días al piso.
¿Ya no vamos a ninguna parte? ¿Un paquetito? ¿Te lo mando a portes debidos? Claro, en una capital europea no hay zapaterías.
-Pero..., yo tengo un 40, ¿tú también?
-No, un 38 pero con dos pares de calcetines seguro que me van bien.
-Vale, están en el trastero, en cuanto pueda te las busco y te las mando
-Esta misma noche si puedes subes y las buscas y mañana me las mandas, que van a tardar por lo menos una semana en llegar.
Pues no os lo vais a creer, pero no sé qué ha pasado que mis botas de montaña no parecen por ningún sitio, ni el trastero, ni los armarios, nada, como si se las hubiera tragado la tierra, y mira que he buscado a conciencia.....
-¿Tú tenías unas botas de montaña para la nieve, verdad?
- Sí.
- Bueno, pues como este año ya no vais a ir a ninguna parte, ¿te importa mandármelas en un paquetito? es que no me he traído calzado apropiado para la nieve y como tengo que salir casi todos los días al piso.
¿Ya no vamos a ninguna parte? ¿Un paquetito? ¿Te lo mando a portes debidos? Claro, en una capital europea no hay zapaterías.
-Pero..., yo tengo un 40, ¿tú también?
-No, un 38 pero con dos pares de calcetines seguro que me van bien.
-Vale, están en el trastero, en cuanto pueda te las busco y te las mando
-Esta misma noche si puedes subes y las buscas y mañana me las mandas, que van a tardar por lo menos una semana en llegar.
Pues no os lo vais a creer, pero no sé qué ha pasado que mis botas de montaña no parecen por ningún sitio, ni el trastero, ni los armarios, nada, como si se las hubiera tragado la tierra, y mira que he buscado a conciencia.....
viernes, 28 de diciembre de 2012
Navidad, Feliz Navidad
Nochebuena 16.00h.
Sentados a la mesa de la cocina están la madre de mi marido, su hija, su hijo pequeño y mi marido. Yo estoy haciendo café.
La hija pregunta:
-Mamá ¿qué cenamos esa noche?
-Pollo con patatas.
Silencio sepulcral.Cada uno sigue a sus cosas. Pasados un par de minutos.
-¿ Y no hay caldeirada de bacalao, como todos los años para la cena de nochebuena?- la hija-
- No, porque este año, como tengo que descongelar el arcón y hay mucho, pues voy sacando y hay pollo.
-¿ Ni vieiras, ni langostinos?- el hijo mediano que se incorpora a la escena.
Comienza una charla que va en aumento hasta convertirse en discusión sobre la crisis, lo que hay en el arcón congelador y que pollo con patatas tomamos durante todo el año. Mi marido se pira al ordenador, qué raro, yo me llevo mi cafetito al salón no sea que de rebote me toque hacer algo. Y el hijo pequeño pone fin a la discusión diciendo:
-Se cena lo que mamá diga y si alguien quiere otra cosa que lo cocine o lo compre.
Pero la madre de mi marido no se queda conforme, por un lado sabe que es una cena cutre, por otro no tiene tiempo de hacer nada más, e intenta buscar soluciones desesperadas, todo con la lagrimilla en el ojo.
A las 18.00h se echa a las calles a ver si encuentra algo abierto, a las 18.15h vuelve porque no tiene dinero, su hija le da 30€.
Encuentra unas vieiras congeladas del Dia, lo único que había abierto, y por fin a las 19.00h, la santa señora empieza a preparar la cena. Nadie en esa casa movió un dedo para ayudarla, cuando a las 22.00h seguía metida en la cocina, le dí a los niños un piscolabis, porque ya veía yo que teníamos para rato. Por fin, a las 23.30h nos sentamos a cenar, unas vieiras al horno muy ricas (dos por persona), una fuente de embutidos que nos regaló el padre de mi cuñada-la maja, y un pollo con patatas para seis adultos y tres niños, vamos que por primera vez en mi vida, me he quedado con hambre en la cena de Nochebuena, y no sobró nada.
Que no os de pena, tiene lo que se merece, y he estado algo ocupada últimamente, pero ya estoy devuelta y con muchas historias que contar, porque os juro, que desde que escribo el blog soy mucho más feliz cuando estoy en casa de la madre de mi marido.
Sentados a la mesa de la cocina están la madre de mi marido, su hija, su hijo pequeño y mi marido. Yo estoy haciendo café.
La hija pregunta:
-Mamá ¿qué cenamos esa noche?
-Pollo con patatas.
Silencio sepulcral.Cada uno sigue a sus cosas. Pasados un par de minutos.
-¿ Y no hay caldeirada de bacalao, como todos los años para la cena de nochebuena?- la hija-
- No, porque este año, como tengo que descongelar el arcón y hay mucho, pues voy sacando y hay pollo.
-¿ Ni vieiras, ni langostinos?- el hijo mediano que se incorpora a la escena.
Comienza una charla que va en aumento hasta convertirse en discusión sobre la crisis, lo que hay en el arcón congelador y que pollo con patatas tomamos durante todo el año. Mi marido se pira al ordenador, qué raro, yo me llevo mi cafetito al salón no sea que de rebote me toque hacer algo. Y el hijo pequeño pone fin a la discusión diciendo:
-Se cena lo que mamá diga y si alguien quiere otra cosa que lo cocine o lo compre.
Pero la madre de mi marido no se queda conforme, por un lado sabe que es una cena cutre, por otro no tiene tiempo de hacer nada más, e intenta buscar soluciones desesperadas, todo con la lagrimilla en el ojo.
A las 18.00h se echa a las calles a ver si encuentra algo abierto, a las 18.15h vuelve porque no tiene dinero, su hija le da 30€.
Encuentra unas vieiras congeladas del Dia, lo único que había abierto, y por fin a las 19.00h, la santa señora empieza a preparar la cena. Nadie en esa casa movió un dedo para ayudarla, cuando a las 22.00h seguía metida en la cocina, le dí a los niños un piscolabis, porque ya veía yo que teníamos para rato. Por fin, a las 23.30h nos sentamos a cenar, unas vieiras al horno muy ricas (dos por persona), una fuente de embutidos que nos regaló el padre de mi cuñada-la maja, y un pollo con patatas para seis adultos y tres niños, vamos que por primera vez en mi vida, me he quedado con hambre en la cena de Nochebuena, y no sobró nada.
Que no os de pena, tiene lo que se merece, y he estado algo ocupada últimamente, pero ya estoy devuelta y con muchas historias que contar, porque os juro, que desde que escribo el blog soy mucho más feliz cuando estoy en casa de la madre de mi marido.
martes, 4 de septiembre de 2012
De vuelta, muy agradecida y con material para el blog
Pues ya estamos aquí, de vuelta, y no sabéis la alegría que me he llevado al ver unos cuantos premios en mis comentarios, porque sois amigas, porque compartimos y porque sois estupendas, Mo, Alter, Vero, Olga, Carmen, Drew y Lucía.
Blogueando -de mi peque y otras cosas-
Plagiando a mi alter ego
El camino para ser mamá
El diván de las cinco rosas
Bizcocho de chocolate
Viviendo en mi nube azul
Intimo y personal
Muchas gracias por acordaros de mí y aunque no hago parafernalia de premios, los reparto, los comparto y os los agradezco de corazón.
Y dicho ésto, y tras tres semanitas de convivencia bajo el mismo techo con la madre de mi marido, que, estáis en lo cierto, ha dado para mucho, os dejo un par de historias cortas:
-¿Alguien quiere café?- pregunta mi marido.
-Hoy yo no, qué me voy a echar la siesta un ratito con la peque- contesto, tan tranquila.
-¿Y no te engordará mucho a ti echarte la siesta?-dice la madre de mi marido, así cómo quien no quiere la cosa.
La lástima es que las contestaciones brillantes, irónicas, para dejarla con la boca cerrada se me ocurren después, porque lo que le tenía que haber contestado, es:
-Sí, me engordo 3 kilos de felicidad cada vez que duermo abrazada a mis hijos.
Pero no me salió, y me fui a dormir la siesta pensando en la reforma que voy a hacer en su casa cuando la heredemos, que ya sé que es una crueldad, pero me sirve para levantarme un poco el ánimo cada vez que lanza uno de sus puñales.
El mayor cumple años en agosto, y hacemos una fiesta por la tarde. El día del cumpleaños tendrá una entrada enterita para él solo, pero os adelanto, que ya entrada la noche, recogimos todo en tres bolsas de basura, vasos, platos y cubiertos de plástico, restos de tarta, sandwiches, gominolas, vamos, quitando los líquidos, todo lo que estaba encima de las mesas, a la basura. Cerré personalmente, con mis manitas, las bolsas de basura, y nos fuimos a dormir.
A la mañana siguiente, entré en la cocina y con ésto me encontré y pensé: ésto va al blog, no van a creerme, e hice la foto.
Blogueando -de mi peque y otras cosas-
Plagiando a mi alter ego
El camino para ser mamá
El diván de las cinco rosas
Bizcocho de chocolate
Viviendo en mi nube azul
Intimo y personal
Muchas gracias por acordaros de mí y aunque no hago parafernalia de premios, los reparto, los comparto y os los agradezco de corazón.
Y dicho ésto, y tras tres semanitas de convivencia bajo el mismo techo con la madre de mi marido, que, estáis en lo cierto, ha dado para mucho, os dejo un par de historias cortas:
-¿Alguien quiere café?- pregunta mi marido.
-Hoy yo no, qué me voy a echar la siesta un ratito con la peque- contesto, tan tranquila.
-¿Y no te engordará mucho a ti echarte la siesta?-dice la madre de mi marido, así cómo quien no quiere la cosa.
La lástima es que las contestaciones brillantes, irónicas, para dejarla con la boca cerrada se me ocurren después, porque lo que le tenía que haber contestado, es:
-Sí, me engordo 3 kilos de felicidad cada vez que duermo abrazada a mis hijos.
Pero no me salió, y me fui a dormir la siesta pensando en la reforma que voy a hacer en su casa cuando la heredemos, que ya sé que es una crueldad, pero me sirve para levantarme un poco el ánimo cada vez que lanza uno de sus puñales.
El mayor cumple años en agosto, y hacemos una fiesta por la tarde. El día del cumpleaños tendrá una entrada enterita para él solo, pero os adelanto, que ya entrada la noche, recogimos todo en tres bolsas de basura, vasos, platos y cubiertos de plástico, restos de tarta, sandwiches, gominolas, vamos, quitando los líquidos, todo lo que estaba encima de las mesas, a la basura. Cerré personalmente, con mis manitas, las bolsas de basura, y nos fuimos a dormir.
A la mañana siguiente, entré en la cocina y con ésto me encontré y pensé: ésto va al blog, no van a creerme, e hice la foto.
miércoles, 18 de julio de 2012
viernes, 13 de julio de 2012
Alisado japonés
Hace unos días pensaba, qué abandonado tengo el blog, pero no me importa mucho, la tranquilidad de no tener nada que contar referente a la madre de mi marido tiene ese efecto colateral.
Desde San Juan no la veo y evito hablar con ella por teléfono, soy sumamente feliz.
Pero claro, hay un pero, si no no habría entrada, ha llegado mi cuñada y sobrina de vacaciones a casa de la madre de mi marido y mi sobrina de 10 años viene con todas las tecnologías imaginables, como debe ser.
Y tiene Skype, así que desde el miércoles llevo viendo a veces, y siempre oyendo, la conversación de toda la familia, llama la sobrina, luego se pone la cuñada y terminamos con la madre de mi marido, unos 15 minutos en total.
Por supuesto mi marido es el encargado de comunicarse con su familia, pero la pequeña, (el mayor está con mis padres en el pueblo) no siempre quiere hablar con el ordenador y aunque al principio le hace mucha gracia ver a su prima en la pantalla, y al perro, al ratito se cansa y no quiere seguir. Pero la llaman desde el otro lado de la pantalla a 600km de distancia: PEQUEÑA, PEQUEÑA, VEN, VEN A VER A LA ABUELA, a grito pelao, como si su voz tuviera que recorrer los 600km.
Y por no escucharla, llevo a la niña otra vez hasta el ordenador y en una de esas, me vio y no tardó ni medio segundo en soltar:
-¿Qué te has hecho en el pelo?
Tengo el pelo ondulado, y no tengo que dar explicaciones pero no me gustan las ondas en el pelo, y me he hecho el alisado japonés, esta misma semana.
-Me he hecho el alisado japonés.
-Pues te ha quedado igual que si te hubiera lamido una vaca.
-¿¿¿¿??????
-Luego se te pondrá tu pelo normal ¿no?
-Si, dentro de unos meses y cuando me crezca.
-¿Meses? ¿Y cuánto te ha costado?
-120€.
-¿Sólo? En la peluquería de aquí cuesta 300€.
Y pienso, no sigas que va a ser peor, pero no tengo escapatoria, porque como el tema se ha vuelto interesante ya están mi cuñada y sobrina también al otro lado de la pantalla.
-Me lo he hecho en una peluquería china.
-Hija tienes un valor, porque te habrán quemado todo el pelo y las puntas te las vas a tener que cortar que las tienes todas abiertas, (que digo yo que menuda pantalla de alta resolución tiene mi sobrina, para ver las puntas abiertas)
-Os dejo que tengo el grifo de la bañera abierto.
Terminada la charla via Skype, me miro en el espejo y viendo que realmente tengo el pelo como si me lo hubiera lamido una vaca, pienso en que NADIE, y digo NADIE, de las aproximadamente cien personas que conozco y me han visto con el pelo así me ha dicho nada, me río delante del espejo y entra mi marido a reírse también y decirme que soy la mujer más guapa del mundo con el pelo lamido por una vaca.
jueves, 28 de junio de 2012
Escasez de biberones en Galicia.
Hemos pasado San Juan en casa de la madre de mi marido, y
antes de entrar en materia, os diré que la noche de las hogueras fue genial,
que el mayor se lo pasó pipa, que nos ha hecho buen tiempo, hemos podido
bañarnos en esas aguas cristalinas y deleitarnos, que hacia años que no me
bañaba así, porque normalmente está helada.
Un día antes del viaje, me llama por teléfono y me da
instrucciones para el viaje, que salgamos pronto, que paremos mucho, que
echemos gasolina, lo normal y casi al despedirse añade: Ah, y tráete un biberón
para la niña, que el que había aquí se le ha rajado la anilla, y total en casa
tú tienes muchos.
Bueno, ahora tendremos uno menos, pienso, pero no pasa nada,
se lleva el biberón a 600km si hace falta y sin protestar.
Yo hago maletas de ropa y mi marido de comida, prepara una
neverita con merienda, agua, zumos, y como está él en la cocina, entro y le
digo, mete también un biberón de la niña que lo ha pedido tu madre. Me mira
raro, pero no dice nada.
La niña va a cumplir dos años, y el biberón lo toma de vez
en cuando, hay veces que lo pide estando en la cama, otras está jugando y pide
uno de agua y se lo lleva a la habitación. También bebe en vaso sin problemas.
Llegamos por la tarde noche, y todo felicidad, hasta que
llega la hora de dormir y la niña pide un bibe de leche con nesquick desde la
cama.
Mi marido pone cara de la hemos liado, y confiesa bajito, se
me ha olvidado meter el biberón.
Bueno, tranquilidad, se lo llevamos en vaso y no hay problema.
Y una leche, el vaso terminó derramado por encima de la cama del mayor, la
pequeña gritando quiero mi bibe, lo normal a las 11 de la noche.
Al final no tomó leche, pero se durmió.
Día siguiente, nosotros hacemos la compra cuando vamos a
casa de la madre de mi marido, ella dice que no sabe lo que nos gusta y que
mejor vamos nosotros compramos para todos y lo pagamos nosotros. Estamos
haciendo la lista de la compra y cuando digo apunta un biberón, la madre de mi
marido dice, No, no lo compréis que he buscado entre las cosas de mi otra nieta
(que tiene ahora 10 años) y he encontrado uno. Prefiero no pensar y digo, vale,
no compramos biberón.
Esa noche cuando la pequeña pide el biberón, la madre de mi
marido lo prepara y se lo lleva a la niña, que lo coge, se lo mete en la boca y
dice alto y claro: NO SALE.
La madre de mi marido le dice, sí, toma, mira que rico, y la niña NO SALE, NO
SALE, y así hasta el infinito. Como la cosa va a más, encendemos la luz,
miramos el biberón y no os lo vais a creer, era un biberón de juguete, no tenía
agujero en la supuesta tetina, que no era tal. Otra media hora de lloros, la
niña sin biberón y yo pensando, ¿tan difícil le resulta ir al supermercado y
comprar un biberón cuando ve que el otro (que había llevado yo también) se
rompe? ¿por qué busca entre cosas de hace 10 años para no comprar un biberón?
El día siguiente a las 9.25 estaba servidora esperando en la
puerta del supermercado, (abren a las 9.30) no fuera a ser que el problema
viniese de la escasez de biberones en Galicia, pero no, había, varios modelos y
varios precios. Y esa noche, la tercera, por fin la niña tomó leche en el biberón.
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